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Mostrando entradas de noviembre, 2018

La verdad es que no sé jugar a medias...

La verdad es que no sé jugar a medias, no sé entregarme en partes, no sé andar con cautela. Por eso mis paredes son altas, robustas e infranqueables. Sin embargo,  a veces claudico, a veces bajo la guardia, a veces una mirada como la tuya logra que abra la puerta y extienda los brazos, logra que los obstáculos desaparezcan,  me quito la coraza, me muestro desnuda, me acerco sincera, porque no hay otro modo de hacerlo más que cerrando lo ojos y lanzándose al vacío, a lo otro. Entonces mi corazón palpita y mis manos tiemblan, mi voz sonriente, habla, mi cuerpo dispuesto, brilla. Pero siempre el miedo llega, el silencio llega, el olvido llega, las manos se sueltan, la soledad se dibuja y se cierra la puerta. Mis piernas se doblan sin fuerza, el dolor me ahoga punzante,  los muros se yerguen más altos. y ahí estoy, otra vez recogiendo pedazos, pegándolos con cinta, abrazando a mi corazón,...

Mandarinas

Si se trata de mandarinas, habrá que reconocer que pocos son expertos, cualquiera puede  masticarla y engullirla sin mayor gracia; pero no cualquiera sabrá cómo desnudarla, y mucho menos, sabrá cómo hacerle el amor. No se trata de sólo quitarle la cáscara, sino de saborearla aun antes de haberla probado, de recorrer su piel tersa y brillante, de desearla, de sentir en los labios la necesidad de tenerla, de llenarse la lengua con su sabor y sentir como se escurre su jugo entre los dedos.  Habrá que desvestirla despacio, sin ningún apuro, la antesala al placer será siempre lo más placentero. Poco a poco despojarla de la piel que la cubre, olerla, sí, oíste bien, llevar tu nariz hacia ella y descubrir su aroma, aspirar profundamente y darte cuenta que cada mandarina tiene un aroma particular, dulce y pegajoso. Su carne suave quedará entre tus manos, vulnerable y dispuesta, expectante. Será tu decisión si te apresuras o la disfrutas de a poco. Habrá veces que tu ímpetu te obl...