De lo incontenible

A veces todo termina porque el tiempo no avanza,
se queda suspendido en un letargo impostergable
y ahí, en medio estás tú, observando
con los puños cerrados, apretando con fuerza
hasta clavar profundo las uñas, no duele.
Te aferras a lo que tienes, a lo que no se va,
a lo que no desaparece, te aferras a ti mismo,
te sostienes para no caer, te detienes para no seguir.
Los ojos se te deshacen, fluyen,
nadas entre llantos, entre olvidos, entre manos que te sueltan y se van...
Estás solo ¿qué hay de malo en estar solo?
esperas impaciente a que te trague el vacío
y te vomite  dispuesto a vivir.
Eres el niño bajo las sábanas
que anhela que la noche pase,
que el monstruo nunca llegue,
que la voz de la madre lo despierte
cariñosa, tibia, segura.
Sigues esperando y la noche no pasa
la luz permanentemente apagada
se anida en ti.
Eres la casa de la noche,
obscuridad, el caos sale de tus entrañas,
el miedo te come los dedos
mastica tus piernas
lame tu cuerpo
lo mata.
Temblor
eres temblor eterno,
miedo que crece y te aplasta
terror que crece y te asfixia
estallas, tu corazón revienta
no estás bien, estás bien
estás bien, no estás bien
el camino interminable.
Regresas cada vez más débil
cansado
sabes que seguirá
mañana
un año
quizá siete
no se va, contigo permanece,
la contingencia no te salva,
el destino te persigue,
naciste marcado,
la locura es tu signo,
te crea y te rompe,
te dibuja y te destruye,
eres el dueño del caos
das vida al desorden,
estás roto.
Tus fragmentos lloran al unísono
el canto del suicidio
el canto de la resignación.

Nancy Cruz Fuentes

Esta obra está protegida por derechos de autor. Coryright © 2018. Todos los derechos reservados




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